Me envolviste con tus alas grises y me arrastraste hacia la oscuridad.
Te aprovechaste de que yacía agonizante.
Me convenciste bajo la promesa de vivir sin dolor a cambio de mi luz y mis lagrimas de sangre.
Concibiendo el sufrimiento como una liberacion, aprendí a inspirarme en las sombras y a caminar en la niebla, mis sueños se volvieron utopias, y poco a poco te fui acompañando a tu reino subterráneo, oculto bajo capas de dulces mentiras.
Lo que no me contaste es que la oscuridad no significa tristeza, y no es necesario ver para amar.
Así, estos años que pase en tus dominios me hicieron ciego y desconfiado, pero no sordo e insensible.
Me dejare llevar pues por la musica, aprendere a confiar en mis musas, y sufrire, si he de hacerlo, para conformar en ellas mi propio reino de tinieblas.
Solo quería despedirme, ya no te necesito.
Hasta siempre soledad.
D.G.
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